08 febrero 2007

Semen etéreo


























Eurípides, Crisipo, fragmento 839:

Γαῖα μεγίστη καὶ Διὸς Αἰθήρ,
ὁ μὲν ἀνθρώπων καὶ θεῶν γενέτωρ,
ἡ δ᾽ ὑγροβόλους σταγόνας νοτίας
παραδεξαμένη τίκτει θνητούς,
τίκτει δὲ βορὰν, φῦλά τε θηρῶν,
ὅθεν οὐκ ἀδίκως
μήτηρ πάντων νενόμισται.
Χωρεί δ᾽οπίσω
τὰ μὲν ἐκ γαίας φύντ᾽ εἰς γαῖαν,
τὰ δ᾽ ἀπ᾽ αἰθερίου βλαστόντα γονῆς
εἰς ουράνιον πόλον ἦλθε πάλιν·
θνήσκει δ᾽ οὐδὲν τῶν γιγνομένων,
διακρινόμενον δ᾽ ἄλλο πρὸς ἄλλου
μορφὴν ἰδίαν ἀπέδειξεν.

Grandísima Gea y Éter de Zeus,
él, progenitor de los hombres y los dioses,
y ella, recibiendo las gotas húmedas del agua caída
pare a los mortales,
pare los pastos y las especies de fieras,
por lo que no injustamente
es considerada madre de todos.
Lo que de la tierra se engrendra a la tierra
regresa después,
pero lo que nace del semen etéreo 1
a la bóveda del cielo va de nuevo.
Nada muere de lo que nace, sino que separándose lo uno de lo otro
muestra una forma distinta.




Eurípides, Las suplicantes, 531-534:

Ἐάσατ᾽ ἤδη γῇ καλυφθῆναι νεκρούς,
ὅθεν δ᾽ ἕκαστον ἐς τὸ φῶς ἀφίκετο,
ἐνταῦθ᾽ ἀπελθεῖν, πνεῦμα μὲν πρὸς αἰθέρα,
τὸ σῶμα δ᾽ ες γῆν· οὔτι γὰρ κεκτήμεθα
ἡμέτερον αὐτὸ πλὴν ἐνοικῆσαι βίον,
κἄπειτα τὴν θρέψασαν αὐτὸ δεῖ λαβεῖν.



Dejad ya que la tierra cubra a los muertos;
de donde cada cosa vino a la luz,
allí vuelva: el espíritu al éter,
y el cuerpo a la tierra, pues de ningún modo poseemos
este nuestro salvo que en él habite la vida,
y después es necesario que lo tome la que lo nutrió.


1. semine aetheris, en la traducción latina que acompaña al texto griego en el libro Fragmenta Euripidis, pág. 824, que he consultado en la Biblioteca Nacional de Madrid. Se puede leer en Google.
Estos versos tienen un evidente paralelismo con el versículo 3.31 del Evangelio de Juan, sobre todo teniendo en cuenta que el venir de arriba (ἄνωθεν ἐρχόμενος) se refiere a un nacer de arriba (γεννηθῆναι ἄνωθεν, Jn 3.3,7), y a un nacer del espíritu (γεγεννημένον ἐκ τοῦ Πνεύματος, Jn 3.6,8), que era el principio vital del semen, o un trasunto o réplica mística del mismo, como ya he demostrado en otras partes de este blog.
Πᾶς ὁ γεγεννημένος ἐκ τοῦ Θεοῦ ἁμαρτίαν οὐ ποιεῖ, ὅτι σπέρμα αὐτοῦ ἐν αὐτῷ μένει·
Todo el que ha nacido de Dios no hace pecado, porque el esperma del mismo permanece en él (1Jn 3.9).


























El texto del Crisipo de Eurípides debió de tener una gran difusión en la antigüedad, pues fue citado por numerosos escritores. Lucrecio lo parafraseó y tradujo en varios lugares de su libro.

Lucrecio, De rerum natura, II, 991-1005

Denique caelesti sumus omnes semine oriundi;
omnibus ille idem pater est, unde alma liquentis
umoris guttas mater cum terra recepit,
feta parit nitidas fruges arbustaque laeta
et genus humanum, parit omnia saecla ferarum,
pabula cum praebet quibus omnes corpora pascunt
et dulcem ducunt vitam prolemque propagant;
qua propter merito maternum nomen adepta est.
Cedit item retro, de terra quod fuit ante,
in terras, et quod missumst ex aetheris oris,
id rursum caeli rellatum templa receptant.
Nec sic interemit mors res ut materiai
corpora conficiat, sed coetum dissupat ollis;
inde aliis aliud coniungit et efficit omnes
res ita convertant formas mutentque colores.

En fin, todos somos oriundos del semen del Cielo;
él es el mismo Padre de todos, del que la Tierra, Madre nutricia,
cuando ha recibido las líquidas gotas de agua,
preñada pare las florecientes mieses y los árboles fértiles
y el género humano, pare todas las especies de fieras,
ofrece los alimentos con los que todos nutren los cuerpos,
y pasan una dulce vida y propagan la prole;
por lo que con justicia ha obtenido el nombre de Madre.
Asimismo, lo que antes fue de la tierra retorna
a las tierras, y lo que fue enviado de las regiones del éter,
de nuevo restituido, lo recuperan los espacios del Cielo.
Y no destruye la muerte las cosas de tal modo que extermine
los cuerpos (elementos) de la materia, sino que disipa la unión de ellos,
después reúne uno con otros, y hace que todas
las cosas así cambien las formas y muden los colores.



























Ovidio Metamorfosis I, 79-83

Natus homo est, sive hunc divino semine fecit
ille opifex rerum, mundi melioris origo,
sive recens tellus seductaque nuper ab alto
aethere cognati retinebat semina caeli;
quam satus Iapeto, mixtam pluvialibus undis,
finxit in effigiem moderantum cuncta deorum.

Nació el hombre, ya sea que hizo a este con divino semen
aquel Artífice de las cosas, origen de un mundo mejor,
o que la Tierra reciente y separada hacía poco del alto
Éter retenía sémenes de su pariente el Cielo,
a la cual, mezclada con aguas de las lluvias, el sembrado 1 por Jápeto
modeló a imagen de los dioses que todo lo gobiernan.

1. Es decir, el hijo de Jápeto, Prometeo. Traduzco así adrede la palabra satus, participio de sero, que significa sembrar. Para el hombre de la antigüedad, sembrar era sinónimo de procrear, porque, como ya he dicho muchas veces en este blog, no distinguía el semen animal de la semilla vegetal. El feto crecía en el útero materno, identificado con la tierra, igual que una planta.


























En esta entrada:
Falo romano de hematita que se vendía en internet.
Danza fálica de Dionisos representada en un kílix y falo alado griego de mármol.
Ofrenda a Hermes en una crátera e hidria, y falo-amuleto, que se vendían en internet.
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